A través de mi subjetividad exploro cómo mi vida tiene y no tiene propósito. Explico como el propósito es necesariamente uno social, en cuanto que es aquello único y especial en lo que somos y podemos ser maestros/as, y desde ahí aportar con satisfacción y pasión a la sociedad. También, señalo cómo esto es insuficiente para el bienestar pleno, existencial, orgánico, lo cual implica una ausencia de propósito.

 

Imagina que es un domingo en la tarde. Tuviste una fiesta el viernes. Has pasado la mayor parte del sábado en soledad, al igual que este domingo. Estás dándote un baño de agua caliente, cuando de repente te surgen algunos pensamientos: Mañana no quiero ir al trabajo. ¿Por qué tengo que trabajar? ¿Por qué no me puedo dedicar a ver Netflix, a descansar, a cocinar, sexar, festejar, bailar, o hacer sólo lo que me gusta del trabajo? O para los que nos sentimos muy apasionados en nuestro trabajo u oficio es posible que en momentos de soledad nos surjan preguntas como ¿por qué me siento triste si tengo un gran trabajo o carrera, o una gran pareja o familia? ¿Por qué no me concentro cuando busco el silencio?

Quiero compartir lo que siento significa para mí la espiritualidad y el propósito social como fuentes de bienestar.  También quiero explicar por qué siento que la vida tiene y no tiene propósito. Cuando conocemos a una nueva persona, usualmente hacemos preguntas como “¿tú qué haces?” para romper el hielo y conocerla. Usualmente la respuesta que esperamos ante esta pregunta es ¿qué oficio tienes para ganar dinero y sostenerte económicamente? Pero en el fondo, a veces lo que queremos saber es el rol de la persona en la sociedad, es decir, algo que tiene que ver con su propósito social.

Después de haber recibido un intenso acompañamiento estratégico por Actualized.org para encontrar mi propósito social, he identificado que el mío es comprender la opresión, para su transformación, liderando la creación y enseñanza de conocimiento. Para esta sola frase (que repito, analizo y contemplo en mis mañanas), he realizado decenas de ejercicios.

He estudiado más de treinta conceptos tales como el de Zona de genialidad de Gay Hendrics, la vaca púrpura de Seth Godin o el modelo del héroe de Joseph Campbell. He leído al menos un libro biográfico de las personas que admiro y son mi modelo a seguir: Gandhi, el activista hindú de la no violencia; Simone de Beauvoir, la escritora que al final de sus años se identificaría como feminista; Stuart Hall, el jamaiquino fundador de los estudios culturales; y Frida Kahlo, la artista mexicana creadora de toda una obra auténtica y latinoamericanista.

Escribí las 100 preguntas que más me interesan en mi vida, respondí como 70 preguntas asociadas a mis pasiones. Realicé ejercicios de visualizaciones y programación neuro lingüística para soñar mi vida en 20 años, como para sanar mis miedos como el hablar y relacionarme en público, y también para identificar creencias que me limitan como sentir que si no soy lo suficientemente masculino a veces no me creerán.

También he estudiado la vida de personas que existen y han tenido un impacto profundo social, haciendo así de sus vidas obras de arte que inspiran a muchas: Juan David Aristizabal, un líder innovador y emprendedor social; Sandra Arismendy, una sanadora maestra espiritual; Lisa Taylor, una profesora e investigadora en pedagogía crítica multicultural.  Básicamente, esta búsqueda ha consistido en preguntarme ¿cuál es mi mayor pasión? ¿Cómo puedo crear de mi trabajo una maestría llena de pasión y satisfacción? ¿Cuál es mi (y nuestro) rol en la sociedad según nuestro único y especial don? ¿Qué quiero hacer con mi camino de vida? A esta búsqueda llamo el camino para identificar el propósito social.

Siento que esta búsqueda por el camino ha llenado de sentido lo que he hecho, hago y quiero seguir haciendo en mi vida: haber estudiado Ciencias Políticas, trabajar para el sector público en políticas públicas sociales, ser asesor y consultor de grupos activistas o de servidores públicos, quererme formar como investigador pedagogo y pensador en temas sociales como el fenómeno de la opresión. Siento que este propósito social es la fuente de satisfacción y pasión en mi vida, pero no de felicidad, tranquilidad, profundidad, disfrute y conexión.

No sólo quiero y necesito en mi vida pasión y satisfacción, quiero y necesito (y merezco) que cada minutico que pase del resto de mi vida esté ahí presente, viviendo el aquí y el ahora, siendo consciente de todo lo que vivo, despierto, alerta a la existencia. Y en este sentido, mi vida no tiene propósito.

No tengo nada distinto que hacer que vivir con plenitud este momento, estos segunditos en los que tecleo este texto mientras respiro. No existe nada que me sea más importante que vivir a profundidad, recibiendo todo lo que me llega en el presente. Y en ese sentido, mi vida no tiene propósito más que disfrutar cada segundo, siendo consciente de que nada puedo controlar, que todo lo debo aceptar, tal cual como es.

¿No es acaso paradójico tener un propósito social de transformación de la opresión, y al mismo tiempo, sentir que nada puedo controlar? ¿No es acaso paradójico que mi vida tenga y no tenga sentido? Por eso llamo al propósito como uno social, puesto que tiene sentido en cuanto que en una frase pongo en palabras aquello que he construido como lo que sentipienso es mi rol en la sociedad según mis fortalezas.

Al mismo tiempo, la filosofía zen, el budismo, Nietzche, la biodanza, la meditación, el yoga kundalini, Leo de Actualized.org o el equipo de HighExistence.com me han acompañado a comprender intuitivamente que el propósito de la vida es el silencio cósmico, es sentir a plenitud sin pensar, es confiar en la vida y en la divinidad que nos habita, es dejar de controlar conscientemente, es conectarme orgánicamente desde la respiración. Entonces la idea de propósito no cabe en mi concepto profundo de espiritualidad, porque la palabra propósito es una palabra, una racionalización, un conjunto complejo de símbolos llamados lenguaje humano.

 

 

espiritualidad, Prácticas espirituales, Propósito de Vida

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Pablo Correa
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Pablo Correa

Ser humane apasionado por el trabajo colectivo orientado al cambio social. Como caminante de esta tierra, sus casas espirituales son la meditación, la biodanza y el yoga kundalini. Su misión, es comprender la opresión, para su transformación a través de la creación y enseñanza de conocimiento. Ha trabajado como consultor de política pública para sectores del gobierno local de Medellín como la Secretaría de Cultura, la Secretaría de Comunicaciones y el Concejo Municipal. Apasionado por la ciencia y los números, se ha formado a través del aprendizaje virtual (MOOC) en la especialización Metodología y Estadística para las Ciencias Sociales de la Universidad de Ámsterdam. Ha sido cofundador de la corporación FAUDS (Familiares y Amigos Unidos por la Diversidad Sexual y de Género), que trabaja por transformar imaginarios y proteger los derechos de las personas LGBTI y sus familias en Colombia. Actualmente es Asesor Técnico del Concejal Daniel Carvalho, para el seguimiento y control de la Política Pública LGBTI de Medellín.
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