La Carta de la Tierra es un documento redactado globalmente en el año 2000 que expresa ciertas metas y objetivos para alcanzar paz, justicia y sustentabilidad para la humanidad y el mundo entero en el siglo XXI.  

 

De vez en cuando, hay acontecimientos y declaraciones que nos traen un renovado sentido de esperanza para la humanidad, a pesar de toda la evidencia de lo contrario. Me refiero a La Carta de la Tierra, una declaración de principios fundamentales para construir en este siglo XXI una sociedad justa, global, sostenible y pacífica.

Como muchos activistas, he conocido y admirado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París el 10 de diciembre de 1948. Dentro del grupo de autores, una de las  más distinguidas fue la muy singular y destacada primera dama de los Estados Unidos de América a saber, Eleanor Roosevelt. Es una declaración inspirada que afirma nuestros principios unitarios universalistas, y un gran trabajo de colaboración global cuyos treinta artículos están lejos de ser alcanzados hoy en este mundo tan saturado de violencia, opresión, desigualdad y guerra.

Sin embargo, ahora en el siglo XXI tenemos otra declaración, La Carta de la Tierra, que no sustituirá a la Declaración Universal de Derechos Humanos, sino la  afirma y además expande sobre ella una visión más amplia que incluye no sólo a todos los seres humanos, sino también a todas las criaturas y la vida entera de nuestro planeta. Terminada en marzo del año 2000, La Carta de la Tierra es una iniciativa auténtica de la sociedad civil global en lo que puede considerarse la declaración más abierta y participativa con un proceso de consulta mundial.  

Ha sido hasta ahora traducida a 30 idiomas, y miles de personas y cientos de organizaciones contribuyeron al proceso en la redacción. Desde su lanzamiento, la Carta ha sido formalmente respaldada por miles de organizaciones representando a millones de personas.  Estas incluyen la Conferencia de la UNESCO, el Congreso Mundial de la Naturaleza, numerosa asociaciones universitarias, y hasta cientos de ciudades en decenas de países.

Este proyecto me recuerda la declaración del destacado intelectual, Noam Chomsky quien confirmó que no hay sólo una superpotencia en el mundo de hoy, como nos dicen sin cesar los medios de comunicación   estadounidense, en realidad hay dos. La otra superpotencia es la opinión pública mundial, el mismo poder que en el 2003 fue evidente en todo el mundo con manifestaciones de millones de personas contra la guerra de Irak, en una escala más amplia y mayor como nunca antes en la historia humana.

Fue esa misma superpotencia de opinión mundial que generó el increíble documento La Carta de la Tierra, el preámbulo de la cual nos advierte que:

«Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro… Para seguir adelante, debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz….»

La Carta está organizada en cuatro principios generales interdependientes, cada uno precedido por un preámbulo. Luego, La Carta termina con una declaración sobre El camino a seguir.

El primer principio, el Respeto y Cuidado de la Comunidad de la Vida es el más completo de los cuatro y consiste en cuatro compromisos amplios con la Tierra, con las comunidades sostenibles, para sociedades pacíficas, democráticas y para preservar la tierra para las generaciones futuras.

El segundo principio general, La Integridad Ecológica, habla de proteger y restaurar el medio ambiente en general y especialmente los sistemas ecológicos y la biodiversidad de la Tierra. También habla de adoptar patrones de producción y consumo que salvaguarden las capacidades regenerativas de nuestro planeta.

La Justicia Social y Económica comprende el tercer principio, que nos insta a erradicar la pobreza como imperativo social, ético y ambiental. Promueve el desarrollo humano en una de manera equitativa y sustentable; y afirma la igualdad de género en todos los aspectos de la vida.  

También defiende los derechos de todos a la dignidad humana, la salud corporal y el bienestar espiritual, especialmente para las minorías y los pueblos indígenas.

El cuarto principio, que se centra en la Democracia, la No-violencia y la Paz, llama a la sociedad global a fortalecer las instituciones democráticas en todos los niveles, tratar a todos los seres vivos con consideración y respeto y a promover una cultura de paz, tolerancia y no-violencia. Especialmente relevante para mí como un educador y para muchos de nosotros, es la exhortación a integrarse en la educación formal y en el aprendizaje en general, los conocimientos, las habilidades y los valores necesarios para desarrollar un estilo de vida sustentable.  

Estos principios son difíciles de entender completamente y aún más difíciles de cumplir en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, desde una perspectiva unitaria universalista,  esta Carta nos demuestra cuán realmente proféticos son nuestros principios, especialmente aquellos que declaran el valor y la dignidad de todo ser humano, la red interconectada de toda existencia y el uso de la democracia en nuestras iglesias y en la sociedad en general.

Finalmente La Carta termina con estas proféticas palabras de esperanza:

«Dejemos que nuestro tiempo sea recordado por el despertar de una nueva reverencia por la vida, la  pronta determinación para lograr la sustentabilidad, la aceleración de la lucha por la justicia y la paz, y la celebración alegre de la vida.»

Estas palabras finales de La Carta de la Tierra expresan con sorprendente exactitud esa misma esperanza que compartimos todos los miembros de nuestra fe unitaria, tan diversa como universal.  

La oficina mundial de La Carta de la Tierra está ubicada en el campus de La Universidad de La Paz en Costa Rica. Para más información sobre su movimiento y sus programas, visite la página web:

http://cartadelatierra.org/descubra/la-carta-de-la-tierra/

Declaración Universal de Derechos Humanos, derechos humanos, justicia social, La Carta de la Tierra, sustentabilidad

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Julio Noboa
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Julio Noboa

Nací en el Bronx, Nueva York de padres puertorriqueños y fuí criado durante mis años formativos en Chicago, Illinois, hasta mis treinta años. En “la ciudad de los vientos”, participé en varias organizaciones culturales y de justicia social, entre ellos La Colectiva de Poesía Nosotros, un diverso grupo de escritores y poetas declamadores, y el Crossroads Fund, que provée fondos y recursos a proyectos comunitarios de cambio social. Me casé con una maestra bilingue mexicana, Elsa Duarte, y tuvimos tres hijos, un niño y dos niñas gemelas. Después de completar una maestría en Antropología Educativa de la Universidad Northwestern, nos trasladamos a San Antonio, Texas. Ahi continué mi participación en diversas ocupaciones en el campo educativo, incluyendo desarrollando currículo, dirigiendo programas, haciendo investigaciones, y adiestrando maestros en formación. Durante una década, fuí un columnista para el periodico San Antonio Express-News; y a miles de lectores, le proporcioné una perspectiva progresista y latina en varios temas controversiales relacionados con la paz, la justicia, la educación y la diversidad en ámbitos locales y globales. Muchos de mis artículos fueron traducidos al español y publicados en el periodico La Estrella de Dallas-Fort Worth. Viviendo en San Antonio, obtuve un doctorado de la Universidad de Texas en Austin en Estudios Curriculares y comencé una nueva etapa de mi carrera como profesor en el mundo académico, hasta que me retiré en 2014. Más recientemente trabajé en la Universidad de Texas de El Paso como profesor de estudios sociales, y en esa capacidad enseñé, llevé a cabo varias investigaciones y publiqué artículos académicos sobre temas relacionados con la historia, los estudios sociales y la educación multicultural. Fué en esa bella ciudad bilingüe y bicultural que yo descubrí la fe Unitaria Universalista y me integré a una congregación, la Primera Iglesia UU de San Antonio. Despues de ser miembro activo por varios años, serví como gerente de la Librería Emerson, ofreciendo a los congregantes una variedad de libros con temas espirituales para adultos y niños. Cuanda nos mudamos de San Antonio a Brownville, Texas, Elsa y yo nos empeñamos por despertar y recrear una congregación UU durmiente. Con la colaboración de amigos, estudiantes y colegas, pudimos establecer servicios cada domingo en la Iglesia Unitaria Universalista de Todos los Santos de Brownsville y ademas tener un impacto local con nuestras actividades espirituales y comunitarias. Más recientemente, despues de mudarnos a otra ciudad en Texas, fuimos miembros activos de la Comunidad UU de El Paso hasta 2014 cuando nos jubilamos en Costa Rica. Siendo Unitario Universalista durante unos 20 años me ha dado muchas oportunidades para el voluntariado significativo. Al nivel nacional, he tenido la buena fortuna de estar involucrado en varias capacidades dentro de la Asociación Unitaria Universalista. Estas incluyen servir como presentador del programa, Beyond Categorical Thinking, y también como miembro del Comité de Nombramientos, tanto como del Journey Toward Wholeness Transformation Committee. Fué mi privilegio atender numerosas Asambleas Generales de la Asociación Unitaria Universalista, y conocer a otros Latin@s UU, incluyendo algunos en el ministerio. En colaboracion con ellos, serví como uno de los fundadores de LUUNA, la Asociación Unitaria Universalista de La Red Latina. Ahora que estamos jubilados en Costa Rica, Elsa y yo nos hemos dedicado a impulsar la creacion y desarrollo de una comunidad Unitaria Universalista en este país que comparte, en su política social, economica y ambiental, muchos de los valores de nuestra fe escogida.
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