Los Unitarios nos interesamos más por la vida ejemplar de Jesús, tan llena de amor y compasión por el prójimo, que por las historias de sus milagros. El Jesús que no se dejó intimidar por las críticas de sus perseguidores cuando rompía barreras de clase social, de moralidad hipócrita y se mezclaba con pobres, con leprosos, y con prostitutas.

Y tú, ¿cuál es tu experiencia con Jesús? ¿Qué sabes realmente de él?    ¿En qué etapa de relación te encuentras? ¿Cuál fue el Jesús de tu niñez y cuál el de tu juventud?


¿Hay alguien que no haya sentido aprehensión y quizás un atisbo de tristeza al pensar que al final de esta vida nunca más tendremos conciencia de lo que fuimos o somos? ¿Hay alguien que no haya sentido alguna vez esa sed de inmortalidad que el gran Unamuno llamó “apetito de divinidad”? Y ese apetito de Unamuno no era precisamente por la unión con Dios; sino come él lo expresó: “Yo necesito la inmortalidad de mi alma; la persistencia indefinida de mi conciencia individual, la necesito; sin ella, sin la fe en ella, no puedo vivir, y la duda, la incredulidad de haber de lograrla, me atormenta”.

Hoy nos unimos en comunidad virtual, con el deseo de recordar una de las invenciones religiosas más audaces de la humanidad, la de la resurrección de un líder. Esta idea bastante común en mitologías ya milenarias, tomó especial significado en el mundo occidental, al haber dado origen a la religión cristiana, una de las más poderosas en el mundo. La idea de la resurrección de Jesús nació para dar esperanza y como respuesta al apetito de inmortalidad de un puñado de discípulos que había perdido a su amado líder Jesús, en forma trágica y vergonzosa. Al ver su vida terminar como la de cualquier ladrón o impostor y al presentir que era imprescindible hacer algo extraordinario para mantener y acrecentar la fe en su obra, los escritores del evangelio otorgaron a Jesús la resurrección, y con ella la inmortalidad. La creencia en esa resurrección, se convirtió en la piedra angular de la fe en la divinidad de Jesús y la promesa indiscutible de un lugar seguro de paz y felicidad en el más allá, para millones y millones de creyentes.

A medida que crecemos y empezamos a descubrir y a cuestionar el mundo a nuestro alrededor, muchos empezamos a dudar la racionalidad del misterio de la resurrección y otros misterios impuestos por la religión cristiana como requisito de membresía en ella. Es señal de madurez el comenzar una búsqueda de verdades que nos den respuesta a nuestras dudas y que nos ayuden a vivir una vida de integridad y optimismo libre de amenazas y miedos y de deseo de ganar ilusorios premios más allá de la muerte. El proceso de descartar ideas y valores que nos fueron útiles para regir nuestras vidas en un dado período pero que ya no satisfacen nuestro espíritu y nuestra mente, puede ser muy difícil y hasta miedoso.

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Una vez que internalizamos una creencia o que elevamos a un ser a la altura de la divinidad es muy difícil volver atrás a menos que algo muy contundente nos abra los ojos y nos haga reconsiderar nuestras creencias.

Cuando yo empecé el proceso de desmitificar a mi madre, pasé por etapas muy dolorosas. Aún recuerdo la punzada que sentí cuando alguien me hizo ver por primera vez que mi mamá realmente era humana y tenía fallas como cualquier mortal. Y aunque al final no logré conocer a mi mamá con la profundidad con que deseaba, sí pude ganar una visión más humana y por lo tanto más verdadera de lo que ella era. Con esa nueva visión gané compasión, le hice justicia y por sobre todo, gané un gran amor y una tremenda admiración por lo que ella a pesar de sus faltas y limitaciones había logrado. Al reconocer que ella no era un ángel como yo pretendía al haberlo aprendido en las canciones, en los poemas y en tantos medios que ponen a la madre en pedestales, me fue más fácil aceptarla y de veras honrar su humanidad.

Igual me aconteció con Jesús, ese otro ídolo de mi niñez y juventud. Primero, imbuida por las enseñanzas religiosas, lo creí Dios. Después al raciocinar, dudé de su divinidad y hasta sentí rabia por las mentiras que me hicieron creer acerca de él; pasada la rabia al comprender que él era víctima de las invenciones acerca de su persona, entré en un período de indiferencia hacia su imagen y sus obras. Fue muchos años después cuando empecé a interesarme por los descubrimientos de los eruditos teólogos que forman parte del grupo conocido como “Seminario de Jesús” y por otros estudiosos. Con cada venda que caía de mis ojos, es como si estuviera conociendo a Jesús por la primera vez.

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El predecesor que dio forma al “Seminario de Jesús” fue Albert Schweitzer, brillante teólogo, filósofo y músico, ganador del Premio Nobel de la Paz, quien nos dejó un legado tremendamente importante en su libro La Búsqueda del Jesús Histórico. Aún después de casi un siglo, este libro continúa siendo la obra definitiva en el tema. Después de examinar toda la evidencia encontrada, con la profundidad que sólo una mente como la suya pudo hacerlo, concluyó: “No existe nada más negativo que el resultado del estudio crítico de la vida de Jesús. El Jesús de Nazaret quien vino a las multitudes como el Mesías, que predicó la ética del reino de Dios, quien fundó el reino de los cielos sobre la tierra y que murió para dar a su trabajo su consagración, ese Jesús nunca existió.”

La imagen del Jesús dulzarrón, de los ojos volteados al cielo, cabellos rubios y ondulantes de mis primeros años, ya no existe en mi memoria....
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La imagen del Jesús dulzarrón, de los ojos volteados al cielo, cabellos rubios y ondulantes de mis primeros años, ya no existe en mi memoria….

La imagen del Jesús dulzarrón, de los ojos volteados al cielo, cabellos rubios y ondulantes de mis primeros años, ya no existe en mi memoria; esa imagen fue reemplazada por la de un hombre mediterráneo, Judío, que aunque con padre desconocido, José fue su padre putativo, se sabe que tuvo hermanos y hermanas. Para mí, Jesús ya no es aquel profeta airado que con odio llamó a los Fariseos víboras e hipócritas, según lo dice algún evangelista incorrectamente. Tampoco es el que convirtió el agua en vino, o que caminó sobre el mar. Eso lo puede hacer un buen ilusionista, o alguien con grandes poderes de concentración mental. ¿Acaso no hemos visto gente caminar sobre tizones encendidos sin quemarse? Tampoco acepto al Jesús que sabiendo que no era la estación de producir higos, él, con hambre, al ver que la higuera no tenía fruto la maldijo y la secó.

Los Unitarios nos interesamos más por la vida ejemplar de Jesús, tan llena de amor y compasión por el prójimo, que por las historias de sus milagros. El Jesús que no se dejó intimidar por las críticas de sus perseguidores cuando rompía barreras de clase social, de moralidad hipócrita y se mezclaba con pobres, con leprosos, y con prostitutas, ese Jesús es el modelo perfecto para quienes nos interesamos por invitar a todos por igual a la mesa de la abundancia espiritual, a servir al prójimo y a defender los derechos humanos de los que por una razón u otra son aislados, son despreciados, odiados y heridos.

Personalmente el Jesús que puedo aceptar es el que fue al desierto en búsqueda de su misión espiritual. Es el que lloró por la muerte de Lázaro. El que llamaba a su Dios, Abba o papacito y el que dijo: “Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los maltratan. ¿Porque si ustedes aman a los que los aman, qué mérito tienen?” El Jesús que dijo: “el que esté libre de pecado que tire la primera piedra” a ese sí deseo imitar y llevar en el corazón como inspiración.

Y tú, ¿cuál es tu experiencia con Jesús? ¿Qué sabes realmente de él?    ¿En qué etapa de relación te encuentras? ¿Cuál fue el Jesús de tu niñez y cuál el de tu juventud?

Recuerda que quienquiera que seas y dondequiera que estés en tu jornada espiritual los miembros de esta iglesia de la gran comunidad te damos la bienvenida en nuestros corazones y te deseamos una vida llena de amor, de paz y de alegría. Que así sea.

 

 

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Rev. Lilia Cuervo
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Rev. Lilia Cuervo

La Rev. Unitaria Universalista Lilia Cuervo obtuvo su maestria en Divinidad del Seminario Unitario Universalista Starr King para el Ministerio, en Berkeley, California. Ademas es licenciada en Matemáticas y Física de la Universidad Nacional Pedagógica Femenina en Bogotá, Colombia y tiene otra maestría en Demografía de la Universidad de Georgetown, en Washington D.C.
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