Con la pequeña ayuda de mis amigos tanto Unitarios Universalistas como de las demás religiones, algunos de esos buenos deseos de año nuevo los podremos llegar a hacer realidad, porque como se dice por ahí, las manos que ayudan son más nobles que los labios que rezan.


Como todos ustedes saben, nací en la Ciudad de México y actualmente vivo en California desde hace muchos años y mi familia biológica vive en muchas partes de la República Mexicana, por esta razón, aquí en California tengo una familia conformada por varios amigos que estamos en las mismas circunstancias.

Con la familia que yo escogí, celebro prácticamente todas las festividades importantes y ocasionalmente alguna que otra no tan importante. Y como toda familia que se respete, en ésta, mi nueva familia, tenemos algunos momentos difíciles, grandes tormentas, malos entendidos, enojos y reconciliaciones, y por supuesto que también tenemos muchos momentos de paz, de alegría, de camaradería, de complicidades, y claro, de amistad.

Todos mis amigos saben que las puertas de mi casa siempre están abiertas tanto en Navidad como en Año Nuevo y que siempre tendrán un lugar en la mesa; todos son bienvenidos, sin importar si llegan solos o acompañados de un ejército.

Como todos los 31 de diciembre por la noche, llegaron varios miembros de mi familia escogida con alguna botella de vino, o algún postre para compartir, además de velas de diferentes colores, de maletas, amuletos y demás parafernalia para la buena suerte, la prosperidad, la paz, el dinero, el amor, etcétera, además de que algunos llegan con calzones nuevos de color rojo, o verdes (no es que ellos los hayan mostrado, pero si lo comentaron)

Como cada año Viejo/Nuevo, muchos de mis amigos junto con todos sus amuletos, traen preparada su lista de propósitos para el año que inicia; algunos de ellos piden paz para el mundo, otros quieren tener más dinero, o tener una relación amorosa para toda la vida, que haya más justicia, que haya menos trabajo y más sueldo, sacarse la lotería, mayor comprensión entre los seres humanos, que haya una reforma migratoria, viajar más y más lejos, etc. y como cada año ellos también me preguntan cuáles son mis propósitos para el año que comienza y yo invariablemente les contesto: ¡Mis propósitos de este año son los mismos propósitos del año pasado!

Uno de mis amigos me pregunto: ¿Acaso tus propósitos son muy grandes o muy difíciles que necesitas varios años para cumplirlos?

Yo le contesté: no, mis propósitos son muy sencillos y al mismo tiempo muy complicados. En realidad es un solo propósito, mi propósito de cada año es ser una mejor persona cada día.

Como a cualquier persona, a mí me gusta creer en la suerte, creer que me puedo sacar la lotería (siempre y cuando compre el boleto de la lotería), que con algún amuleto especial voy a poder conseguir muchas cosas que yo quisiera, pero también soy consciente de que lo importante en la vida no se lo puedo dejar a la suerte.

Yo no necesito un amuleto mágico para poder conseguir un trabajo bien remunerado, lo que necesito hacer es ponerme a estudiar para estar mejor preparado para buscar un trabajo que me guste y en donde me paguen lo que yo creo que valgo.

Si quiero tener dinero, estoy bien consciente de que necesito trabajar, ahorrar y aprender a administrar mi dinero, en esto de administrar mi dinero estoy trabajando para conseguirlo, porque invariablemente al final de cada mes, termino buscando algunas monedas o billetes olvidados en algún bolsillo de alguna chamarra o en mi bote del cambio para poder terminar el mes.

Con respecto al amor, tampoco necesito un amuleto; lo que necesito es salir, compartir con los demás, mostrarme a mí mismo como yo soy, con mis defectos y virtudes, y el amor llegara a mí sin tener que forzarlo, y si ya lo tengo, es parte de mi responsabilidad mantenerlo, respetarlo, alimentarlo, acrecentarlo, cuidarlo, no querer cambiar a mi pareja o tratar de imponer mis propias ideas.

Por supuesto que me gustaría que hubiera paz en el mundo, que no hubiera guerras, ni el sufrimiento que estas traen, que los seres humanos nos pudiéramos entender a pesar de nuestras diferencias; me gustaría vivir en mundo más justo para todos los que lo habitamos, ya sean plantas, animales y humanos, que nuestras sociedades fueran mucho más ecológicas, que supiéramos valorar lo que nuestra madre naturaleza nos da a manos llenas. Todos estos bonitos deseos, normalmente se quedan en eso, en dulces deseos.

Yo no puedo cambiar, ni ayudar, ni proteger a nuestro planeta por el solo hecho de desearlo, necesito primero hacer cambios importantes en mi forma de pensar y de actuar para con ello poder ayudar a cambiar al mundo en varios sentidos.

En la medida de que cada uno de nosotros no solo estemos conscientes de que estamos matando a nuestro planeta, sino que además hagamos algo para ayudar de alguna manera a preservarlo para hacer de este planeta un mejor lugar para vivir para todos sus habitantes. Esto quiere decir que con mis actos y no con mis deseos, voy a poder ayudar a conservar sano a nuestro planeta, porque con mi pequeña ayuda y por supuesto, con la pequeña ayuda de cada uno de mis amigos y de los demás seres humanos, podremos lograrlo. Entonces yo necesito cambiar por mí mismo mis pensamientos, mis actos, mis hábitos de consumo, mis actitudes para que en la parte que a mí me toca, logre ayudar a cambiar al mundo; por ejemplo, Yo no compro agua embotellada para no tener que desechar ese envase plástico que tanto daña a nuestro planeta, trato de usar mi coche lo menos que se pueda, trato de caminar lo más que se pueda; trato de reciclar todo lo que se pueda, ya que trato de reparar absolutamente todo en lugar de comprar, y cuando es necesario que compre algo, trato de comprar lo que realmente necesito, lo meramente indispensable, ya sea en comida, en ropa, en artículos de limpieza, etc. Claro, como todos, también me siento tentado a comprar cosas que realmente no necesito y a veces las compro. ¡La publicidad es muy persuasiva!

Con respecto a las relaciones con el resto de los seres humanos, trato de respetar la manera de pensar y de actuar de los demás, aunque debo confesar que no siempre lo logro.

Se lo difícil que es respetar a alguien que me ataca por ser gay o mexicano, o por mi cultura; o por mi idioma, a quien ataca a otros grupos sociales como a las mujeres, a las personas del grupo LGBTQ, a los ancianos, los indígenas, a los niños, o por el color de su piel, su religión, o nivel socioeconómico no privilegiado.

Yo respeto a todas las personas por el simple hecho de ser seres humanos, lo que no logro respetar son sus ideas y sus actos racistas, sexistas, homofóbicos, supremacistas, abusivos.

Normalmente ante las injusticias yo exploto y desafortunadamente pierdo el sentido común. Acerca de esto estoy trabajando para poder aprender ser más tranquilo ante las injusticias y tratar de canalizar mi enojo en una forma más positiva, más productiva.

Sí, me gustaría vivir en un mundo más justo, que todos tuviéramos las mismas oportunidades en educación, agua, alimentación, servicios de salud, empleo bien remunerado, vivienda, etc., pero también sé que hay que luchar por conseguir esa justicia que la mayoría deseamos, no solo desearlo.

Vivimos en una red interdependiente de la cual todos somos una parte, como dice nuestro séptimo principio Unitario Universalista.

Yo sé que con la pequeña ayuda de mis amigos tanto Unitarios Universalistas como de las demás religiones, algunos de esos buenos deseos de año nuevo los podremos llegar a hacer realidad, porque como se dice por ahí, las manos que ayudan son más nobles que los labios que rezan.

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El doctor Roberto Padilla es miembro de la Primera Iglesia Unitaria de San Jose, California.
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