¿De dónde viene la necesidad de servir a los demás? ¿Es un sentido de deber? ¿Es empatía? ¿Es un ejercicio espiritual?


Creo que he batallado para escribir la reflexión de este mes porque el tema de servicio no parece ser uno del que solo tenemos que hablar. Lo ideal sería que los hubiera invitado a hacer algún tipo de servicio y después nos hubiéramos sentado a compartir comida juntos y hablar de lo aprendido. Lo ven, la acción habría venido antes de la reflexión. Tal vez esto sea algo que podamos considerar en el futuro para hacerlo realidad.

El ser servicial es una característica valiosa en mi cultura y, sobre todo, en mi familia. Desde muy niña, aprendí que nuestro propósito de vida es el de servir a los demás, sin importar a qué nos dediquemos. El servicio, sin embargo, era algo que se planeaba o se agendaba, y tampoco se trataba solo de dar o ayudar a los más desafortunados. Por el contrario, se trata de ponernos en al servicio de los demás, de reconocer y confirmar nuestra interconectividad y nuestra humanidad a través de nuestras acciones. En el servicio verdadero no hay lugar para sentimientos de superioridad o conductas paternalistas. Siempre entendí el servicio como una cualidad encarnada que se podía reconocer rápidamente en quienes lo poseían.

¿De dónde viene la necesidad de servir a los demás? ¿Es un sentido de deber? ¿Es empatía? ¿Es un ejercicio espiritual?

Todos los domingos repetimos en voz alta que queremos que el servicio sea nuestra oración. Yo interpreto ese ritual como una renovación de nuestro compromiso de trabajar para aliviar el sufrimiento de otros. Pero para poder aliviar el sufrimiento de otros o atender a sus necesidades, primero tenemos que poder verlas. ¿Cómo lo hacemos? ¿Cómo podemos darnos cuenta de cuando los demás nos necesitan? Y a veces sí podemos ver la necesidad, pero no sabemos cómo responder o creemos que no tenemos las habilidades para responder.

Por años, creí que no sabía cómo ser servicial porque a menudo titubeaba para hacer las cosas que los demás hacían. Yo no era tan audaz como mis hermanos que, a menudo, ayudaban a extraños cuando lo necesitaban. Para ellos, ser los primeros en responder a las necesidades de los demás parecía ser casi natural. Así que cuando me comparaba con los demás, nunca parecía llegar a la barra (una barra autoimpuesta por supuesto)

Me tomó mucho tiempo darme cuenta de que había otras maneras en las que podía servir a la gente, y aún sentir que estaba poniendo mis dones al servicio de los demás. Cuando nos unimos en comunidad, podemos ver que cada uno de nosotros tiene dones que nos pueden ayudar a hacer de este mundo un mejor lugar para todos.

El servicio, sin embargo, no es el destino final. No podemos dejar de servir porque en un mundo que necesita tanto, el trabajo nunca se acaba. Nuestro trabajo entonces es el de usar nuestros dones para servir a los demás, no solo porque lo necesiten, sino porque podemos hacerlo. Servir a los demás no porque nos haga sentir bien ni porque mejorará nuestro currículo vitae, sino porque de verdad entendemos que nuestro bienestar está ligado al bienestar de todos. A través del servicio podemos hacer nuestra conexión visible y nuestras acciones pueden entonces realmente convertirse en oraciones que sanan, ayudan y transforman el mundo.

Ejercicio Espiritual.

Nuestro tema transformador de este mes es servicio. Así que los exhorto a que realicen algún tipo de servicio a los demás este mes. Busca una oportunidad para hacer algo diferente de lo usual. Lo ideal sería que encontraras una oportunidad de ser voluntario en algún tipo de servicio que te expanda un poco: servir alimentos, separar ropa o comida, mover objetos, limpiar, etc. La idea es que te coloques en una situación de ayudar y no de liderazgo y que después reflexiones sobre tu experiencia.

Si quieres probar esto durante el mes entero (o más), inicia tu día con este mantra “¿Cómo puedo servir hoy?” y ábrete a las oportunidades que se presenten durante el día. Comparte tu experiencia con el grupo.

Preguntas de discusión:

  • ¿Qué entiendes por “servicio”? ¿Ha cambiado con el tiempo?
  • Piensa en una ocasión en la que te beneficiaste del servicio de alguien más de alguna manera memorable o significativa.
  • ¿Hay servicios que recibes de los demás que a menudo les restas importancia?
  • ¿De dónde surge la necesidad de servir a los demás? ¿Es un deber? ¿Empatía? ¿Un ejercicio espiritual?
  • ¿De qué manera podemos, de mejor manera, vivir nuestro deseo de que el servicio sea nuestra oración?
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Tania Márquez
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